Un señor muy viejo con unas alas enormes

Publicado por Roberta Esposito en https://derutaporamericalatina.wordpress.com/

“Un señor muy viejo con unas alas enormes” (1968) es un cuento de Gabriel García Márquez sobre la caída de un hombre muy viejo con alas en un lodazal, en un pueblo de pescadores de la isla caribeña de la Martinica. Una mañana Pelayo se encuentra en el fondo del patio con ese hombre con alas (Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus enormes alas). La noticia de la llegada de este “ángel” se expande rápidamente entre los vecinos del pueblo, y los comentarios y juicios no tardan en aparecer (“A esa hora ya habían acudido curiosos menos frívolos que los del amanecer, y habían hecho toda clase de conjeturas sobre el porvenir del cautivo. Los más simples creían que sería nombrado alcalde del mundo. Otros de espíritu más áspero, suponían que sería ascendido a general se cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos visionarios esperaban que fuera conservado como semental para implantar en la tierra un estirpe de hombres alados y sabios que se hicieran cargo del universo”). Mientras los habitantes del pueblo lo consideran un auténtico ángel, el párroco desconfía de su naturaleza celestial, tuvo la primera sospecha de su impostura al comprobar que no entendía la lengua de Dios ni sabía saludar a sus ministros. Luego observó que visto de cerca resultaba demasiado humano: tenía un insoportable olor de intemperie, y nada de su naturaleza miserable estaba de acuerdo con la egregia dignidad de los ángeles”. El hombre alado, o ángel según algunos, anda recluido en el gallinero a la espera de alguien que dictaminara su naturaleza, sirviendo de atracción para los lugareños. Además se le consideraba hacedor de milagros, y venía gente de todas partes para pedirle que remediara su mal. Viendo el gran bullicio que este “ángel” produce Pelayo y Elisenda se proponen cobrar cinco centavos a cada persona que quiere entrar, y con esto consiguen hacerse ricos. Pero todo esto acaba cuando llega al pueblo una feria errante, con su espectáculo de una mujer que se había convertido en araña por desobedecer a sus padres. Este espectáculo, “cargado de tanta verdad humana y de tan terrible escarmiento, tenía que derrotar sin proponérselo al de un ángel despectivo que apenas si se dignaba mirar a los mortales.” A partir de esto, el ángel pierde totalmente su reputación. Ni Pelayo ni Elisenda se quejan de ello, ya habían recogido lo suficiente para reformar su casa entera, excepto el gallinero que cada día huele peor y que por causa de una lluvia queda casi destruido, así que el ángel anda de un lugar a otro dentro de la casa (“parecía estar en tantos lugares al mismo tiempo que llegaron a pensar que se desdoblaba, que se repetía a si mismo por toda la casa, y la exasperada Elisenda gritaba fuera de quicio que era una desgracia vivir en aquel infierno lleno de ángeles”). Con el tiempo empieza a verse un cambio en sus alas, y finalmente un día, Elisenda lo sorprende con intentos de volar. Es así que consigue ganar altura hasta lograr salir definitivamente de ese lugar y perderse en el horizonte.

En este cuento, como casi en todos sus cuentos, Gabriel García Márquez utiliza elementos que son muy familiares, mezclando cosas cotidianas y normales, con otras que a pesar de su naturaleza son muy cuestionables o extrañas, como podría ser el mismo señor muy viejo con unas alas enormes. Crea el ambiente tan familiar de una realidad cotidiana añadiendo un evento inverosímil, contado con tanta habilidad y naturalidad que eso parece parte de la realidad.En cambio describe los hechos normales de manera casi surprendente (El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos). Márquez crea un mundo lógico y al mismo tiempo surreal donde el bien y el mal se dividen en una manera más clara y donde las realidades más obvia parecen transfigurarse asumiendo nuevos significados; Y lo hace con una lógica particular, que consiste en relatar con la más absoluta naturalidad sucesos completamente inverosímiles. Funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos como para exagerar su aparente discordancia. Esta distorsión de la “realidad” lleva implícito un cuestionamiento de la “verdad”. Es de esta manera que su estilo, su transculturación implican también una forma de oposición política. El autor logra hacer creíble lo increíble, humanizar lo divino, aceptar lo absurdo para hacer ficción de las paradojas de una tierra donde las fronteras entre lo natural y lo sobrenatural, lo cierto y lo incierto, lo racional y lo mágico, la historia y el mito son indefinidas y esquivas.

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